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Primera Velada de White Collar Boxing organizada en España de la mano de Javier Castillejo.

 

La vida no es justa. ¿Por qué lo va a ser el deporte? La voluntad es el empeño que pone el hombre por asegurarse una meta y evitar los reversos que la suerte interpone en el camino. Pero el destino siempre resulta imprevisible y el esfuerzo, al final, sólo es una cuestión de cálculo matemático, una manera de asegurarse probabilidades en un mundo incierto, donde el éxito jamás está garantizado. José A. González soñaba con emular a sus ídolos del boxeo y, por una noche, subir a un cuadrilátero, un lugar donde el aire tiene menos oxígeno y los músculos más flexibles parecen agarrotarse. Quería disputar un combate real, con los focos iluminando la esgrima de los puños y el público jaleando alrededor, gritándole que levante los guantes, que insista con las combinaciones, que no deje de mover las piernas, que los pies nunca descansen en el mismo sitio. Por una noche, aspiraba a dejar atrás el guanteo de los gimnasios y desplazarse por la lona del ring como un profesional: tanteando al adversario, esquivando los golpes, buscando la oportunidad, el hueco para colocar una mano mágica

José A. González y Jaime Herreros cruzaron sus guantes en una velada el pasado martes. Durante diez segundos, quizá veinte con un reloj generoso, fueron los reyes. Durante ese tiempo, las luces siluetearon sus sombras y tuvieron la atención del público. Hasta que José A. González cayó sobre la lona. No había recibido ningún directo. Su rodilla, solamente, había cedido. Había alcanzado el límite. ¿Un mal paso, un mal giro? Poco importa. El combate había terminado. El destino había aparecido y no le importaba llevarse las emociones de estos dos púgiles, estos dos aficionados que lo habían dado todo durante semanas. El destino, como la economía, es frío y carece de sentimientos. Pero la desgracia de unos es la fortuna de otros. Entre las filas, viendo cómo los médicos se llevan a este campeón, aguardaba Marcelo Llanes, un argentino que trabaja en una empresa de formación. El azar le había reservado el privilegio de ser él quien cumpla el primer combate «White Collar» en España. «Aún tengo que adelgazar cinco kilos», comentaba mientras observaba otra pelea. «Pero estoy motivado. Está bien que sea yo el que vaya allá». Marcelo será uno de los dos boxeadores que cumplirán con ese primer combate el próximo martes. Si el destino no interviene de nuevo.

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