- Lograr un ligero equilibrio energético -calorías- negativo. 
- Mantener o incluso incrementar el tejido magro (músculo). 
- Reducir gradualmente el porcentaje de grasa corporal. 
- Evitar una reducción excesiva del índice metabólico en reposo. 
- Conseguir una ingesta óptima de vitaminas y minerales.

Dedicarse a hacer dieta para perder peso puede provocar una ingesta INsuficiente de calorías, menos hidratos de carbono conlleva unos depósitos de glucógeno (energía) vacíos. Esto produce fatiga, letargo y mal rendimiento y en consecuencia impide entrenar con intensidad. 
Se puede seguir entrenando intensamente si se reduce la ingesta calórica en un 10-15%. Este cambio debería hacer posible perder un peso de 0,5kg. por semana, sin sentirnos con hambre ni cansados y además, evita la mayor lentitud metabólica asociada a reducciones más acusadas. El cuerpo detecta y reacciona al déficit, mediante la oxidación de grasas. Esto quiere decir que, aunque el recorte calórico sea más drástico, no por ello se consumirán las grasas con más rapidez, sino que disminuirá el índice metabólico en un intento por conservar las reservas de energía. Aumentará la oxidación de proteínas y la depleción del glucógeno. El resultado final será, con toda seguridad, la pérdida de tejido magro, reducción de los niveles de energía y mucha hambre. 
-Una reducción de la ingesta de calorías superior al 15% provoca un enlentecimiento metabólico y la pérdida de tejido muscular, lo cual reduce la velocidad de pérdida de grasa. 
Para perder grasa, el objetivo tiene que ser la reducción de calorías como porcentaje de la ingesta calórica de mantenimiento. Reducir la ingesta de calorías un 15% hará perder grasa sin enlentecer el metabolismo. 
Se requiere constancia, disciplina y paciencia. 
En el próximo artículo haremos una exposición numérica sobre cómo realizar los cálculos para una óptima evolución.